Desmadrado: más bien mala
la presencia y la estatura;
de color trigueña oscura
la barba, corrida y rala,
y unos ojos de carbón
que tanto al mirar afinan
que más que ver, adivinan
de penetrantes que son.
Por su parte y condición,
a pesar de andar raído,
se ve en toda su persona
la huella de quien ha sido
galán, apuesto y florido.
En el cerco de Pamplona
siendo mozo le alcanzó
una bala la canilla,
y aunque le desjarretó
los huesos todos, libró
del trance por maravilla.
Sólo un vicio le quedó
del que no pudo librar:
una indecisa cojera
que le da cierta manera
casi graciosa de andar.
Este es el hombre: madera
labrada de tan buen modo
que sabe llegar en todo
más lejos que otro cualquiera.
Estando herido en Loyola
el
Flos Sanctorum leía,
y en leyéndolo le hervía
su buena sangre española
de tal modo que ya ansía
calzando siempre más puntos
que el que más, llegar a ser
más santo que fueron juntos
todos los santos de ayer.
(más bajo, confidencialmente)
Según ha dado a entender
ahora anda en trance de ir
a Roma, con intención
secreta de conseguir
licencia de fundación,
pues según parece sueña
no sé qué empeño futuro,
y triunfará de seguro,
que cuando en algo se empeña,
paso a paso, bien o mal,
repartiendo por igual
la suavidad con el mando,
cojeando, cojeando,
llega siempre hasta el final.
José María Pemán